Estas imágenes son en sentido estricto fotografías de paso, se percibe en ellas la fugacidad del instante, lo que se vió y pasó. Los paisajes de Elena nos describen las zonas y lugares que visitó en México, pero sobre todo nos remiten a estados
de ánimo, sensaciones y atmósferas que probablemente la autora experimentó.
Algunos paisajes tienen gravedad simbólica, como aquel en el que se ven unas escuálidas milpas de maíz al borde del camino (siempre el camino), que representa de alguna forma la dura lucha de los indígenas por lograr la subsistencia de la agricultura en tierras pobres y erosionadas; o aquellos otros de páramos desolados sólo habitados por cruces cristianas.
Hay una imagen donde las nubes blancas, con su luz diáfana e intensa, parecen celebrar de manera entusiasta la aridez de las montañas del desierto de San Luis Potosí; esta imagen me hizo reflexionar sobre el título del libro si el cielo tuviera boca, en esta foto se estaría riendo.
Según la tradición de los indígenas huicholes, en estas montañas del desierto de San Luis Potosí se formó el universo. En el monte que se llama Cerro Quemado nació el sol. Hace algunos años estaba mirando desde el desierto el Cerro Quemado junto con un grupo de huicholes, y por hacer conversación con el maracame se me ocurrió preguntarle por qué habiendo tantos montes había escogido ese en
particular y el macarame con gran condescencia me respondió: nosotros no escogimos al monte, el monte nos escogió a nosotros. Quizá también Elena no escogió venir a México, sino México la escogió a ella. Enhorabuena. Texto del fotógrafo y editor mexicano Pablo Ortiz Monasterio, para el libro Boca del Cielo.