Aish , 2009
Aish significa vida, pero también es como llaman al pan en Egipto, así Aish, pan y vida se conjugaron en mi último viaje por el país de la civilización quizá más misteriosa y fascinante que haya existido: Egipto. Al llegar a la tierra, para mí, prometida, la primera idea que me asalta es que nada será como he pensado, como había planeado y decido quitarme las ubicaciones de la mirada personal que arrastro con mi cámara. En este lugar aprendí a caminar despacio, a no mirar a los ojos directamente a dejar de ver con mirada occidental, pero sin pasar a ser el otro, lo que capturo, sino más bien ubicarme entre lo fotografiado y yo.Leer más
Aish es una serie de fotografías, es un diario acerca de la vida que no sabía que habitaba en mí, donde dejo retazos de sentimientos y emociones. Es el diario de un viaje inesperado pero también de un viaje interior, un transitar en el que a la vuelta de la esquina podía encontrarme a través de los otros: de sus gestos, sus vivencias, sus paisajes.
En Aish conviven la calma de Edfu, el regateo de Ras Sudr, las riñas en Aswán y el griterio en Alejandría. Pero lo impensable sucede sólo en el Cairo, ciudad-maraña de olor difícil de definir, donde los perros palúdicos se pasean por el mercado rebosante de gente en su ir y venir, y que sólo pueden mitigar el inclemente calor en retazos de sombras proyectadas por árboles casi irreales. Es entonces cuando en medio de todo aquello, descubro que adonde quiera que mire hay vida, hay Aish.
Al final de la jornada sólo puedo dar las gracias y pedir un café en árabe, pero la emoción de saber que todo lo fotografiado contiene Aish, me sitúa en un nuevo lenguaje que no había conocido, el lenguaje de la vida capturado en un instante por mi cámara.